Grandes Batallas de la historia, La Batalla de Gravelinas. La humillante derrota sufrida por el ejercito francés a manos de los Tercios Españoles en La Batalla de San Quintín, había dañado moralmente a toda Francia y en especial a su rey Enrique II, quien no estaba dispuesto a ver como el ejercito español les derrotaba una y otra vez haciéndose poco a poco con el control de Europa y por consiguiente del mundo. El monarca francés reclutó un año después un ejercito que reemplazase al que quedó prácticamente destrozado en San Quintín. A su vez para reforzarse, asentó sendas alianzas con Escocia quien debía atacar a Inglaterra (en ese momento aliado de España) y con el Imperio Otomano quien apoyaría con fuerza naval la operación. Tras la toma del puerto de Calais a los ingleses, el nuevo ejercito francés formado por 12.000 infantes y 2.000 unidades de caballería a cuyo mando estaba el Duque de Thermes comienza sus operaciones invadiendo Flandes y saqueando sin miramientos las ciudades de Dunkerque y Niewpoort. Este ejercito se acercaba peligrosamente a Bruselas por lo que Felipe II, rey de España pronto reunió un contraejército que parase los pies a los franceses. El Conde de Egmont, también al mando de las tropas en San Quintín fue el designado para comandar la nueva tropa compuesta por 15.000 infantes y 3.000 caballeros. Su objetivo era claro, salir al encuentro de los franceses y darles muerte o al menos hacerles retroceder a su país.
Guerra: Guerras Italianas.
Batalla: La Batalla de Gravelinas.
Fecha: 13 de Julio de 1558.
Resultado: Victoria española.
Clave: Superioridad militar de unos Tercios en pleno auge.
Beligerantes | |||
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Bajas:
España: 300 muertos y heridos.
Francia: 12.500 muertos, heridos y capturados.
Las fuerzas españolas se encontraron con las tropas francesas a orillas del Río Aa y a las puertas de la ciudad de Gravelinas. El Duque de Thermes al mando del ejercito francés al que le habían llegado las noticias del ejercito español que se había formado, consideraba imposible mover una fuerza tan grande en tan poco tiempo por lo que creyó que aquellos soldados que tenia enfrente tan solo seria una pequeña avanzadilla de reconocimiento por lo que enseguida ordenó una gran carga contra los españoles allí presentes siempre ignorando en todo momento que aquel ejercito al cual iba a atacar era el gran ejercito que había reclutado Felipe II. En aquel momento se inició la Batalla de Gravelinas.
Lo que el Duque de Thermes no sabia era que desde el mar (la batalla se desarrolló en la desembocadura del Río Aa) barcos ingleses y algún español prestarían un gran apoyo a los Tercios Españoles.
En los planes del líder francés figuraba una fácil victoria, y la primera en cargar fue la caballería francesa. Rápidamente se despliega el ejército español con una formación en media luna, con las unidades de caballería ligera en los flancos y el núcleo duro en el centro formado por cuadros de picas y arcabuceros de los tercios españoles bien secundados por unidades alemanas y flamencas. A la carga de la caballería francesa respondió la española que no lucharía sola. Los arcabuceros españoles, los mejores del mundo entero, abrieron enseguida fuego contra la confiada caballería francesa destrozándola con suma facilidad. Perder la caballería fue un duro golpe para la moral gala ya que perdían una ventaja táctica muy importante puesto que era la flor y nata de su ejército.
Tras acabar la caballería los cuadros de picas custodiaron a los arcabuceros que disparaban una y otra vez sin cesar contra la vanguardia francesa que poco a poco se iba debilitando. El ejército francés comenzaba a desmembrarse y no tenía la confianza suficiente como para iniciar un ataque frontal sobre la experimentada infantería española. El apoyo naval se cebaba con la retaguardia francesa, con especial dedicación en inutilizar la artillería que era la única esperanza que les quedaba. Presionados los franceses en vanguardia y retaguardia, el propio Conde de Egmont se pone a la cabeza de la caballería española y realiza un devastador ataque contra el centro francés. La feroz carga no es soportada por este y se descompone completamente batiéndose en retirada junto al resto del ejército. La retirada fue desorganizada siendo todo francés presa fácil para los jinetes ibéricos. De la batalla tan solo 1.500 franceses lograrían escapar de los 14.000 que en principio formaban el ejército. Incluso el propio Duque de Thermes fue capturado.
Para España el resultado de la batalla no pudo ser mejor, ya no solo había destrozado a las tropas francesas sufriendo tan solo 300 bajas sino que además el botín de guerra era cuanto menos copioso. Todos los estandartes franceses cayeron en manos españolas así como multitud de armas y todos los cañones. Una gran victoria del Imperio Español que llevaría al rey Enrique II de Francia a firmar la Paz de Cateau-Cambresis en 1559 que supondría el fin de la guerra. Además para la liberación del prisionero Duque de Thermes Francia tuvo que un suculento rescate. Tan importante fue esta batalla que la paz con Francia conllevó el matrimonio del mismísimo Felipe II con la hija del monarca francés. España atraviesa su época de máximo esplendor.
Soldado de infantería español
Firma de la Paz de Cateau-Cambrésis
Fuente: http://www.batallasdeguerra.com/2012/01/la-batalla-de-gravelinas.html