Conocida como Agustina de Aragón, o también como “La Artillera”, su verdadero nombre era Agustina Raimunda María Saragossa Doménech, de padres payeses del pueblo Leridano de Fullera, aunque bautizada en Santa María del Mar de Barcelona como consta en el acta de bautizo, el 6 de marzo de 1786.
Sus padres, Pedro Juan Francisco Ramón Saragossa Labastida y Raimunda Doménech Gasull, buscando mejorar su situación, en los difíciles tiempos que corrían y con muchos hijos, tuvieron 11, decidieron marcharse a trabajar en Barcelona.
A los 17 años, (16 de abril de 1803), se casa con un joven de Masanet de Cabreys, Figueres, Juan Roca Vilaseca, cabo 2º del Primer Regimiento del Real Cuerpo de Artillería, destinado en la guarnición de Barcelona.
El cabo 2º, participó en casi todas las escaramuzas que hubo en la zona, desde Esparraguera hasta la de junio de 1808 en Bruch, en la defensa de Barcelona de la invasión de las tropas Napoleónicas, luego en la retirada de diciembre del Campo de Esplugues, y pocos días después, de la de Molins de Rey. Desde allí, las tropas españolas prosiguen su lucha hasta llegar a su nueva guarnición, Zaragoza.
Hasta allí le siguen su mujer, Agustina y el hijo, que tan sólo tiene cuatro años, lo normal en aquel entonces era que con los ejércitos que se desplazaban a cierta distancia lo hicieran acompañados de grandes masas de civiles: sus familiares.
Recién llegados a Zaragoza, se encuentran una ciudad a la que poco a poco van llegando restos de tropas regulares de las zonas limítrofes, procedentes sobre todo de los descalabros de Tudela y Mallén, dispuestas a refugiarse, y también a defender la plaza fuerte de la ciudad del inminente ataque francés.
La guarnición con que contaba la plaza era muy escasa, estaba formaba por un Estado Mayor con 113 jefes y oficiales, la mayoría de fuera de Zaragoza, veteranos y enfermizos, la tropa constaba de una Compañía Fusileros de 178 hombres, una partida de 383 soldados y 157 reclutas repartidos en pueblos y puntos de la provincia.
El primer asedio de Zaragoza comienza el 15 de junio de 1808, las tropas francesas al mando del General Lebfevre, mal organizadas y muy ufanas, envía una propuesta de rendición de la plaza, propuesta que es rechazada por el General Palafox.
Los planes franceses eran los de bombardear la ciudad por tres lugares a la vez: por la puerta del Carmen, las del Portillo y la de Santa Engracia.
Cuando comienzan los bombardeos, es tal el desconcierto y la improvisación, que los zaragozanos tuvieron que fortificar la plaza bajo el fuego de los cañones franceses y los ataques de su caballería e infantería.
Y llegamos a la heroica gesta.
El 2 de julio, las tropas francesas logran penetrar por una brecha abierta en la Puerta del Portillo, su defensa estaba encomendada a Francisco Marco del Pont, el artillero que disparaba la pieza de artillería en ese punto, un cabo a falta de otro de mayor graduación, cayó abatido por una granada, que hace estallar los cartuchos que quedaban, haciendo casi volar al resto, quedando inutilizada la batería, mejor dicho, quienes podían dispararla, y expuesta a ser asaltada.
Ya se acercaba una columna enemiga, cuando de pronto, una de aquellas mujeres que ayudaban a los que defendían las improvisadas trincheras, llevándoles municiones, agua y alimentos a pie de las murallas, toma una mecha, pasa por entre muertos y heridos, y dispara un cañón de 24 cargado con bala y metralla, esto hizo que los pocos artilleros que quedaban vivos, se levantaran y consiguieran seguir el fuego hasta que logra llegar un refuerzo de otra batería, obligando a las tropas francesas a una precipitada retirada.
A Agustina de Aragón, el Rey la nombra Artillera, con un sueldo de 6 reales diarios.
El asedio finaliza el 14 de Agosto, y no es hasta el 21 de Diciembre de 1808, en el que mucho mejor preparados y conscientes de que la lucha iba a ser muy dura, cuando llega el segundo y definitivo asedio. Éste, fue mucho peor, los franceses habían aprendido la lección anterior y cambiaron su estrategia, llegaron con tropas experimentadas y resueltas a no dejarse derrotar por lo que ellos llamaron turba de ciudadanos, pero que les habían hecho frente con éxito la última vez.Esta vez, los franceses si consiguieron cerrar el cerco a la ciudad, aunque contaron con una ayuda inesperada, una epidemia de tifus que asoló a la población, incluso Palafox cayó enfermo, la situación era desesperada, había hambre, frío, tifus y el Capitán General contagiado. En estas circunstancias se creó una Junta de Defensa que decidió capitular y rendir la ciudad a los franceses el 21 de Febrero de 1809, tras dos meses de fanática resistencia.
Cuando todo esto sucede, Agustina, como tantos otros está enferma con tifus, pero a píe de cañón y es hecha prisionera junto con miles de ciudadanos, enterados los mandos franceses que en su poder está la heroína de julio, la visitan, comunicándole que van a ser piadosos con ella. Esta piedad consiste en hacerla caminar con el resto de prisioneros junto con su hijo, en Olvega muere su hijo.
En 1809, el rey le concede el sueldo de Alférez de Infantería que disfrutaría hasta su muerte.
Ha nacido la heroína.
Cuando se repone marcha a Teruel, y más tarde a Sevilla y Cádiz, donde la agasajan como una heroína. Sin embargo quiere volver a Cataluña, a Tarragona donde su marido aun lucha contra los franceses.
Participa en la defensa de Tortosa y tras la caída de esta, se incorpora durante un breve espacio de tiempo, a la guerrilla que dirige Francisco Abad “Chaleco”, por La Mancha, más tarde se incorpora al Cuerpo que manda Morillo y hasta parece que participa en la batalla de Vitoria.
En 1814, cuando acaba la guerra, vuelve a Zaragoza y de allí a Barcelona, donde al Subteniente Roca, su marido, acaban de destinar. Aquí nace su segundo hijo, el niño, nació delicado y deciden buscar un clima más benigno que siente mejor al niño.
Piensan en el clima de Castilla, y Roca logra que le trasladen a Segovia, adonde llegan en 1817. Allí estarán dos años, hasta que llega el ascenso a Teniente de Artillería de su marido, al que destinan a Valencia, tres años después, y cuando se encontraban en Barcelona, pide el retiro por enfermedad, sin embargo, el clima le sienta mal al teniente Roca, y fallece víctima de la tisis. Juan Roca fallece en el Hospital Militar del Seminario, de Barcelona, en agosto de 1823.
Agustina queda viuda con 37 años, unos meses después, en marzo de 1824, sin solicitar la Real Licencia para contraer matrimonio como era preceptivo, por su condición de Subteniente Vivo de Infantería, contrae segundo matrimonio con un médico almeriense algo más joven que ella, pues sólo tiene sólo 26 años, Juan Cobos Belchite y Reperma. En julio de 1825, en Valencia, donde viven en esos momentos, nace su hija Carlota.
Con el Real indulto de 17 de diciembre de 1830, solicita su aplicación por no haber solicitado a su debido tiempo la Real Licencia para contraer nuevo matrimonio.
El nuevo matrimonio pasa a residir en Sevilla.
En 1847, su hija Carlota, se casa con Francisco Atienza y Morillo, Oficial 2º del Cuerpo de Administración Militar, que es destinado a Ceuta, Agustina marcha con ellos, dejando en Sevilla a su marido y a Juan Roca su segundo hijo, estudiante de medicina en esos momentos, profesión que ejercería hasta su muerte en la ciudad.
En Ceuta, ocupan una casa en la calle Real, conocida como la “Casa grande”, allí sigue ostentando su grado de Subteniente con un sueldo de 511 reales de vellón.
El 29 de mayo de 1857, con 71 años, fallece, siendo enterrada en el Cementerio General de Santa Catalina de la ciudad de Ceuta.
Sus restos no serían trasladados a Zaragoza hasta el 14 de junio de 1870, año en que llegan a la ciudad, quedando depositados en la Catedral del Pilar. Hasta que llega el traslado definitivo a la capilla de la Asunción de la Virgen, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Portillo en junio de 1908.
En 1876, el Rey le concede a su viudo, para si y sus herederos, el título de Barón de Cobos de Belchite.
Hasta aquí la biografía más o menos real de Agustina de Aragón, aunque recientes publicaciones de historiadores, indican que la tal heroicidad, no fue más que el fruto del General Palafox, cuestionado por la nula estrategia en la defensa de la ciudad, que necesitado de un hecho heroico y conociendo el amor de Agustina por los cuarteles, el que la encumbró. También se cuenta que mientras ella vivió en Zaragoza, y empezó a pensar que su marido estaba muerto (se encontraba en el Tórtosa) y se casó con un joven soldado, Luís Talerbe, que en 1814, cuando aparece, el marido, se escabulle discretamente camino de América, donde se le pierde el rastro.
Fuente: http://cajondesastres.wordpress.com/2007/10/12/agustina-de-aragon-heroina-de-zaragoza/ç