Antonio Barceló y Pont de la Terra

Antonio Barceló y Pont de la Terra (1717–1797) fue un marino y militar que ostentó el cargo de teniente general de la Real Armada Española. A lo largo de su carrera alcanzó numerosos y destacados éxitos que permiten calificarlo como uno de los más destacados marinos que jamás sirvieron a España.

De humilde marinero ascendió a los más altos grados de la Armada por méritos de guerra, distinguiéndose en la marina sutil con pequeñas embarcaciones, e inventó las cañoneras durante el Gran asedio a Gibraltar. Consiguió que solo su nombre fuera el terror de los berberiscos y sus hazañas en la mar le dieron una fama legendaria.

El Mediterráneo estaba infestado de naves corsarias berberiscas, por lo que los combates eran muy frecuentes. Estando en Mallorca, se dio la alarma y apareció una flota enemiga. Barceló, sin dudar un instante, hizo embarcar en su jabeque una compañía de granaderos del regimiento África y se hizo a la mar en persecución del enemigo. Barceló le fue dando caza desde cabo Formentor hasta la isla de Cabrera, donde abordó y capturó la galeota.

En 1761 se le concedió el mando de una división de tres jabeques reales. Ese año sostuvo un enfrentamiento en el que apresó siete naves de los moros con solo tres suyas. Posteriormente apresó otro jabeque berberisco, tomando a treinta de ellos como prisioneros y dando muerte a otros diez en el abordaje.

Al año siguiente, con su jabeque rindió en otro combate a tres enemigos con ciento sesenta turcos, haciendo prisionero al famoso Selim, célebre capitán de aquellos piratas, pero fue nuevamente herido en el abordaje por una bala de mosquete que le atravesó las mejillas.

En 1779 ascendió a Jefe de Escuadra y fue nombrado comandante de las fuerzas navales destinadas al sitio de Gibraltar. Su fuerza la componían un navío de línea, una fragata, tres jabeques, cinco jabequillos, doce galeotas y veinte embarcaciones menores. Fue entonces cuando se le ocurrió la idea de construir las lanchas cañoneras y bombarderas que tantos éxitos le dieron, realizando prodigios nunca pensables, incluido el ataque a los navíos británicos, que en la mayoría de los casos huían.

La dificultad para atacar la plaza por mar residía en la más que comprobada inferioridad de los buques de vela y madera de la época contra las fortificaciones terrestres. Para bombardear la plaza ideó el uso de dichas lanchas cañoneras y bombarderas. Para proteger a la tripulación se dotó las lanchas de un parapeto plegable forrado por dentro y fuera con una capa de corcho. El mejor juicio sobre su efectividad, no pudiendo ser más concluyente, vino del enemigo:

«La primera vez que se vieron desde nuestros buques causaron risa; mas no transcurrió mucho tiempo sin que se reconociese que constituían el enemigo más temible que hasta entonces se había presentado, porque atacaban de noche y eligieron las más oscuras; era imposible apuntar a su pequeño bulto. Noche tras noche enviaban sus proyectiles por todos lados de la plaza. Este bombardeo nocturno fatigaba mucho más que el servicio de día. Primeramente trataron las baterías de deshacerse de las cañoneras disparando al resplandor de su fuego; después se advirtió que se gastaban inútilmente las municiones».

Barceló prestó otros notables servicios, que como siempre honraron a su persona, pero al ser hombre del pueblo llano, que no guardaba las etiquetas, los oficiales formados en las academias de guardiamarinas lo veían con cierto y mal disimulado desprecio. A tanto llegaron las habladurías y comentarios que llegó a ponerse en entredicho el que fuera a desempeñar el mando. Cuando el ministro Floridablanca se enteró, lo ascendió a teniente general a pesar de su sordera y su avanzada edad, que era sobre todo en lo que se basaban las acusaciones vertidas sobre su persona por sus detractores.

Ya en su retiro de Palma de Mallorca, inducido por las envidias y bajas acusaciones que sobre él circulaban, falleció a los ochenta años de edad, reposando sus cenizas en una iglesia de la capital mallorquina.

 

Fuente: http://listas.20minutos.es/lista/heroes-espanoles-olvidados-testimonio-de-grandeza-278462/