El 1 de agosto de 939, tuvo lugar la batalla de Simancas entre las tropas de una coalición cristiana encabezada por el rey de León Ramiro II y los musulmanes del califa de Córdoba Abderramán III. La batalla se inició en la ciudad de Simancas (Valladolid) y finalizó en el paraje denominado Alhándega por los cronistas árabes de la época.
La victoria de Simancas, consolidó el dominio cristiano sobre las tierras del norte del Duero y permitió también iniciar la repoblación segura al sur de este rio.
La batalla de Simancas es fundamental en la Reconquista porque es un episodio tangible no una leyenda, fue un suceso real a diferencia de otros episodios más o menos mitificados. Simancas sirvió como propaganda de la fe católica en el reino de León y fuera de la península. De Covadonga o Clavijo, nos podemos imaginar cosas, sin embargo, Simancas es la primera gran victoria cristiana sobre los musulmanes, que está perfectamente documentada en fuentes árabes y cristianas.
Ficha de la Batalla de Simancas
Antecedentes Históricos de la Batalla de Simancas
Era el año 939 cuando el Califa Abderramán III decidió aplicar a los cristianos del reino de León, un castigo ejemplar, un castigo que no pudieran olvidar, quería vengar las diversas razias y ataques que Ramiro II había organizado contra Madrid, Zaragoza y otras plazas al sur del Duero y de Extremadura. La osadía del rey castellano ofendió al califa omeya. Abderramán III proclamó la Guerra Santa y convocó a sus ejércitos en una operación, que él denominó, la campaña del Supremo Poder. El objetivo iba a ser el centro del corazón del reino cristiano de León, la ciudad de Zamora.
Recuerda que la Guerra Santa o Yihad, es un precepto sagrado en el mundo islámico, de lo que se valió el califa para lograr el reclutamiento. Además en este caso no iba a ser la típica aceifa sino el objetivo era lograr un inmenso ejército de fieles fanatizados y decididos a dar sus vidas como medio de llegar al paraíso.
Desde los minaretes del Califato y del norte de África, se llamó a la guerra santa a la Yihad. Miles y miles de files, acudieron para alistarse en el ejército y aportar dinero, comida, armas, caballos con los que combatir al infiel leonés.
El 28 de junio de 939, salió Abderramán al frente de sus fuerza de Córdoba con dirección a Toledo, y desde ese día, el Califa ordenó que diariamente, se entonara en la mezquita mayor de Córdoba la oración de campaña, incluyendo una acción de gracias por lo que iba a ser un éxito total sobre los infieles.
El objetivo de Abderramán III era Zamora, la ciudad reconquistada por Alfonso III en 901. Esta ciudad por su posición era la marca de protección del reino cristiano del norte. Zamora era el punto central de la reconquista en el Duero. Si Zamora se perdía, los cristianos perdían sus esfuerzos repobladores del último medio siglo.
Orden de Combate de la Batalla de Simancas
Los historiadores dan por válida la cifra de 100.000 hombres como tamaño del ejército que logró reunir Abderramán III para la campaña del Supremo Poder. Fue un tamaño increíble para la época, nunca antes se había logrado una recluta de esa dimensión. Eran soldados procedentes de todas las provincias del califato, Zaragoza, Mérida, el Algarve y del norte de África y un gran número de fuerzas eslavas
Comienza la Batalla de Simancas
Reunido el ejército sarraceno al norte del sistema central, Abderramán, lanzó sus 100.000 soldados contra el primer obstáculo en su camino a Zamora, ordenó someter y conquistar la ciudad de Simancas.
Simancas es una ciudad que se encuentra a unos 90 km al este de Zamora. Zamora era el punto fuerte de resistencia del reino de León. Ramiro II, conoció la trama de Abderramán y organizó su resistencia en Simancas, ciudad fortaleza donde reunión su ejército de gallegos, asturianos y leoneses. El rey Ramiro era consciente de lo que se jugaba en la acción, en Simancas acumuló la casi totalidad de las fuerzas disponible a la espera del impresionante ejército moro. Allí estaba Fernán González y los obedientes condes de Castilla. También aportaron tropas los navarros y aragoneses.
El 19 de julio, cuando las fuerzas cristianas y musulmanas se iban concentrando en Simancas, a las 7 de la mañana de este día, el Sol desapareció. Fue un espantoso eclipse de Sol que los ejércitos interpretaron como un aviso de un terrible desastre. Este extraño fenómeno, llenó a terror a los nuestros y a los moros. Posiblemente nunca habían visto antes en sus vidas cosa semejante. Las crónicas cristianas y árabes de la época relataron el eclipse de Sol.
1 de agosto, comienza la batalla, duró 5 días. El califa tomo la iniciativa y lanzó un ataque masivo, lo que hizo retroceder inicialmente a los cristianos que posteriormente consiguieron fijar nuevamente sus posiciones. Resistieron el terrible envite de la caballería agarena sobre la ciudad de Simancas.
Las pocas noticias que se tiene sobre el detalle del desarrollo de la batalla, indica que hubo bastante mala coordinación entre los generales del inmenso ejército de Abderramán III. Relatos de la época señalan, como causa del mal entendimiento, que los generales árabes no asumieron con agrado que el mando supremo del ejército lo tuviera un general eslavo.
El 6 de agosto, después de que las fuerza cristianas hubieran sufrido enormes estragos, la ciudad permanecía intacta; todos los esfuerzos musulmanes habían sino inútiles. Abderramán se desesperó por la impotencia de su ejército ante las murallas de Simancas y porque también sus bajas eran ya enormes. Dadas las circunstancias y que la cosa no estaba muy clara, el califa optó por una retirada a tiempo y decidió levantar el campamento, retirarse y volver a Córdoba salvando la cara y presentando la acción bélica como un enorme castigo al orgullo cristiano, estaba a tiempo antes de llevar a su ejército a la catástrofe total. Ramiro II se animó al ver retroceder al inmenso ejército musulmán y decidió ir en su persecución.
La persecución del califa por las tropas cristianas durará varios días y terminará en los barrancos de Alhándega, lugar donde Abderramán lo pasó muy mal, estuvo cerca de caer prisionero o de morir. En estos lugares, todavía hoy no sabemos dónde está este paraje, los ejércitos musulmanes empujados por las fuerzas cristianas acabaron en una terrible emboscada implacable en un paraje de barrancos y gargantas el 21 de agosto de 939, fue la mayor victoria de Ramiro II de León y la mayor catástrofe de los ejércitos moros desde que iniciaron la invasión y sometimiento de la Hispania Visigoda. Las pérdidas musulmanas ascendieron a la cifra e 20.000 hombres, muy necesarios para el Califato Omeya de Córdoba.
…y en la retirada el enemigo los empujó hacia un profundo barranco, que dio nombre al encuentro (Alhándega), del que no pudieron escapar, despeñándose muchos y pisoteándose de puro hacinamiento: el califa, que se vio forzado a entrar allí con ellos, consiguió pasar con sus soldados, abandonando su real y su contenido, del que se apoderó el enemigo… Al-Muqtabis
Abderramán escapó de milagro, gracias a su escolta personal y su caballo. En el campo de batalla dicen las crónicas de la época que se dejó sus mallas de tejido de oro puro y su ejemplar favorito del Corán, que utilizaba durante sus aceifas. El botín fue extraordinario, el rey moro de Zaragoza, que participó en la batalla, quedó prisionero en León. La victoria de Ramiro II había sido total y ahora Abderramán III, a su vuelta a Córdoba tenía que explicar lo ocurrido.
Consecuencias de la Batalla de Simancas
El regreso a Córdoba fue tristísimo, Abderramán mostró su ira contra sus generales y oficiales. Ordenó que los supervivientes fueron ajusticiados, 300 murieron crucificados en público como si hubieran sido cristianos, acusados de nula combatividad y de traición al Estado, de esta manera pasó el califa omeya la página del vergonzoso suceso para los intereses musulmanes en España.
Abderramán aprendió la lección y jamás volvería a dirigir personalmente una operación militar, la campaña del Supremo Poder había sido la campaña del Supremo Fracaso. Después de esto, el califa se dedicó a la dirección de sus obras civiles y dejó las militares a sus generales.
La batalla de Simancas, fue un acontecimiento en todo el orbe conocido, el mundo conoció la derrota del aquel ejército de 100.000 moros, las noticias llegaron a Aquisgrán, a Roma, a Bagdad.
Después de esta victoria, el reino de León pudo asegurar sus fronteras durante mucho tiempo asegurando la repoblación hasta el rio Tormes. Tras estas batallas Ramiro II repuebla lugares como Salamanca, Peñaranda de Bracamonte, Sepúlveda, Ledesma y Vitigudino. Además encarga la repoblación de Peñafiel y Cuéllar al conde castellano Asur Fernández, distinguiéndole con la merced de Conde de Monzón
Este hecho victorioso, animó a continuar con las acciones contra los musulmanes en la Meseta Castellana hasta robustecer el control cristiano sobre los territorios al sur del Duero. Seguirían años de esplendor para la Reconquista
La Aparición San Millán y Santiago en Simancas
Cuenta la leyenda un hecho milagroso que sirvió para fortalecer el espíritu combativo de los cristianos frente a la Yihad musulmana, San Millán y Santiago se aparecieron en mitad de combate en defensa de los cristianos. San Millán fue hecho patrono de castellanos y navarros comprometiéndose a pagar tributos; son los llamados «Votos de San Millán«. Fernán González favorecerá enormemente al monasterio de San Millán con privilegios y donaciones.
Y así, Gonzalo de Berceo en su Vida de San Millán nos cuenta la promesa de los votos legendarios, de una parte Ramiro II de León a Santiago y de la otra, Fernán González a San Millán. Luego refiere la maravillosa aparición de ambos patronos en la batalla, en la que elogia la intervención a favor de los vasallos con estos versos:
non quisieron embalde la soldada levar
primero la quisieron merecer e sudar,
tales sennores son de servir e onrar
Pese a la «imposición» del patronazgo de Santiago tras la unificación de Castilla y León, los castellanos continuaron reclamando que San Millán era su patrono y así en tiempos de Enrique II de Castilla en 1373 , la Universidad de Ciudad y Tierra de Ávila llegó a negarse a pagar el voto a Santiago y sus procuradores llevaron el asunto a las cortes. Los castellanos pagaban el Voto a San Millán.
En el siglo XVII , al desarrollarse un amplio debate sobre patronos, San Millán volverá a ser reclamado como patrón de Castilla y por lo mismo copatrón de España junto a Santiago, patronazgo que se mantuvo en los misales hasta la reforma litúrgica del concilio Vaticano II .
El Eclipse de Sol de la batalla de Simancas
El eclipse según los cronistas de la época:
Encontrándose el ejército cerca de Simancas, hubo un espantoso eclipse de sol, que en medio del día cubrió la tierra de una amarillez oscura y llenó de terror a los nuestros y a los infieles, que tampoco habían visto en su vida cosa semejante. Dos días pasaron sin que unos y otros hicieran movimiento alguno. Kitab ar-Rawd
El sol padeció terrible eclipse, en el día en el que en España Abderramán rey de los sarracenos, fue vencido en una batalla por el cristianísimo rey D. Ramiro. Manuel Bachiller «Antigüedades de Simancas»
Ricardo Chao en su blog,confirma que el eclipse se produjo exactamente el 19 de julio de 939. En Simancas, el fenómeno comenzó a las 06:42, y la oscuridad se hizo patente a las 07:00. El eclipse fue parcial, llegando la Luna a ocultar el 90, 95 % del Sol.
El Misterio de Alhándega:el final de la batalla de Simancas
Unos dicen que es un barranco en las proximidades de Simancas. Otros dicen que puede ser un valle salmantino en el valle del Tormes. Los más probables es que Alhándega fuera un pueblo cerca de Atienza, a 200 km de Simancas, lugar conocido por Abderramán, que ofrecía buen refugio en la ruta de retorno desde Simancas a Córdoba con características adecuadas para proteger el ejército moro. Se piensa que la emboscada final tuvo lugar en algún paraje cercano a Atienza , Caracena de la provincia de Soria o Albendiego de Guadalajara
Muchas Gracias!
Paco Domingo
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