La Toma de Rheinfelden (1633)
Érase una vez Rheinfelden, ciudad sobre el Rin que debía ser tomada, y un soldado español, o italiano, que con solo una alabarda se adueñó del puente sobre el Rin que separaba sus dos lienzos de muralla, expulsando del mismo a puntazos a los soldados suecos de la guarnición.
La toma de Rehinfelden por el Ejército de Alsacia del Duque de Feria (1633)
Año de 1633, en plena Guerra de los Treinta Años, el Duque de Feria debe llevar al recién creado Ejército de Alsacia a la región homónima para controlar el Rin y propiciar el que un nuevo ejército español con el Cardenal Infante a la cabeza cruzara por el Camino Español hacia Flandes. Feria necesitaba llegar a Alsacia antes que los protestantes de Horn y para ello decidió tomar los cuatro puentes sobre el Rin que había antes de llegar a Estrasburgo. Ya había conseguido tomar tres.
Sólo restaba la conquista de Rheinfelden para concluir la ocupación de todos los pasos sobre el Rin en aquella parte de Alemania. A marchas forzadas Feria, Aldringer y un destacamento de 3.000 soldados con artillería, se adelantaron hasta las inmediaciones de la ciudad. Rheinfelden no disponía de un retén numeroso, unos 350 soldados suecos, pero contaba con una doble línea de murallas perimetrales separadas por un foso. Por otra parte, el gobernador de la plaza era un súbdito rebelde del emperador, un coronel apellidado Cronich, alguien que obviamente no podía esperar ninguna clemencia del bando atacante y que iba, por ello, a vender cara su vida.
Como era usual se conminó por dos veces a los defensores a la rendición, pero las dos fue rechazada. Feria dispuso por tanto el despliegue de sus siete cañones que inmediatamente comenzaron a batir las murallas. En pleno bombardeo, un nuevo intento de llegar a un acuerdo fue rechazado por Cronich, por lo que la lucha siguió su curso. Cuando después de unas horas las murallas aparecían ya lo suficientemente batidas como para intentar un asalto, el duque de Feria ordenó al maestro de campo general Toribio Barnacaccio escoger algunas compañías para realizar el ataque.
El italiano echó mano de las mejores tropas que tenía y encabezó personalmente el asalto. El enemigo, que trataba de cerrar las brechas causadas por el incesante bombardeo, fue sorprendido por el rápido ataque y cedió de inmediato al empuje de los asaltantes. Traspasadas las murallas ya nada se oponía a su entrada en la población, porque los defensores habían huido. Cronich y sus hombres no esperaron a sus enemigos, retrocediendo a la carrera hacia el puente, al otro lado del cual esperaban encontrar refugio.
El repliegue a través de la ciudad perseguidos a punta de espada por los soldados de Feria, se llevó por delante la vida de muchos de los soldados suecos de la guarnición. Cronich no llegó con vida al puente ni tampoco su sargento mayor, como él un traidor al emperador. Acosados por las calles, el pánico se apoderó pronto de las tropas suecas en retirada, muchos de cuyos desesperados soldados se lanzaron al Rin para atravesarlo a nado.
Otros, los aparentemente más afortunados, llegaban al puente y lo cruzaban a la carrera. Lo que no podían sospechar aquellos desdichados es que antes que ellos, un grupo de soldados españoles había atravesado el río también a nado para emboscarse en la otra orilla. Gran parte de los suecos que llegaban exhaustos a la otra ribera del Rin, pensando en que por fin se habían puesto a salvo, eran inmisericordemente acuchillados por los empapados infantes españoles escondidos entre la maleza.
La fortuna tampoco acompañó a los otros suecos que lograron pasar por el puente hasta la ciudad. Feria había destacado a 500 croatas en la otra orilla del Rin, a la salida de Rheinfelden. Cuando los soldados salían de la ciudad y se dispersaban en varias direcciones los jinetes croatas dieron buena cuenta de ellos. Prácticamente toda la guarnición fue aniquilada en los combates. Al final la ciudad no fue saqueada, por pertenecer al patrimonio imperial.
Rheinfelden y el puente en la actualidad
Tras la batalla, llegaba la hora de los reconocimientos. El coronel imperial Ossa quiso dar fe de un hecho heroico del que había sido testigo. Según relato, durante la lucha en el puente, cuando un último grupo de suecos trataba de quemarlo tras de sí para cerrar el paso a sus perseguidores, un español o italiano, no lo pudo averiguar, que llevaba tan solo una alabarda como arma, corrió hacia ellos y los rechazó a cuchilladas, persiguiéndolos hasta la otra parte del puente, haciéndose así con él intacto.
Para saber más de esta campaña.
En cuatro días de campaña, del 13 al 17, Feria había conquistado todos los pasos sobre el Rin. Horn, tendría que dar la vuelta por Estrasburgo. Si el sueco quería llegar a Breisach antes que Feria tenía que darse mucha prisa, demasiada. Las noticias de la victoriosa progresión del ejército aliado se propagaron con rapidez. La cercana ciudad de Basilea ofreció al español paso franco por su territorio además de abrirle su mercado para abastecerse. El día 18 la columna aliada dejaba el territorio helvético para entrar en Alsacia.